11 de agosto de 2020

Investigadores españoles encuentran una terapia génica contra la fibrosis pulmonar más común

El doctor Edmundo Juárez Cadena muestra el uso de respiradores y demás equipo médico de protección para atender a pacientes con coronavirus, el 17 de julio de 2020. Su consultorio está ubicado a un costado de su hogar, en la ciudad de Villahermosa, Tabasco.

Agathe Cortés
El País

El paso del tiempo provoca cicatrices que dañan el tejido de los pulmones, que pierde su elasticidad y causa así la degeneración progresiva de la capacidad respiratoria del ser humano. Estas son las señales de la fibrosis pulmonar, una enfermedad severa que padecen más de 8.000 personas en España y que, hasta ahora, no tiene tratamiento curativo. Los tóxicos ambientales, así como el tabaco y otros compuestos contaminantes, pueden empeorar la situación, aunque su aparición se manifiesta principalmente por un problema genético o por envejecimiento.

El Grupo de Telómeros y Telomerasa del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) demuestra este lunes que una terapia podría prevenir este proceso de deterioro pulmonar. Un tratamiento probado en ratones con fibrosis debida a fallos genéticos, también funciona como cura en estos roedores que muestran los mismos síntomas al envejecer. “Hoy vamos un paso más allá y actuamos sobre la fibrosis que depende de los hábitos de vida, sobre casos esporádicos, asociados a la vida y al envejecimiento. Para ello, tampoco hay tratamiento, pero hemos visto que ocurre lo mismo que en los casos de mutaciones”, asegura María Blasco, directora del CNIO y del estudio que se publica en Journal of Cell Biology. Por eso, su equipo quizás haya encontrado una vía para tener uno.

El tratamiento consiste en una terapia génica que actúa a escala molecular y activa la producción en el organismo de la telomerasa, la enzima responsable de reparar los extremos de los cromosomas: los telómeros. Estas estructuras pueden perder su función o acortarse, algo que sucede debido al paso del tiempo o a mutaciones genéticas —aunque más poco frecuentes, ya que solo corresponden a entre el 10% y el 15% de los pacientes que nacen con telómeros cortos. Blasco se muestra muy positiva. “Si éramos capaces de activar la telemorasa y, mediante esta terapia génica, podíamos curar a los ratones y ampliarlo a cualquier paciente en un futuro”, explica. Al mismo tiempo, la investigadora asegura que la terapia resultó altamente eficaz en estos animales y no se observaron efectos secundarios, por lo que espera que este trabajo permita encontrar una terapia para cualquier paciente de edad avanzada.

Los ratones viejos que sirvieron de modelo ya tenían defectos en sus pulmones. Las células no se regeneraban, se dividían menos veces y se podía observar colágeno sobre los pulmones. Todo esto indicaba la aparición de cicatrices. “Que ocurra en ratones viejos es interesante porque significa que podemos mejorar esta sintomatología con nuestra terapia.

Los científicos han encontrado lo que provoca la disfunción de los telómeros: los neumocitos tipo II, es decir, las células regeneradas del tejido pulmonar que dejan de hacer su trabajo. El fluido que permite el buen mecanismo del tejido pulmonar, que debe abrirse entre seis y diez veces por minuto, ya no se fabrica ni libera. “El surfactante pulmonar es indispensable para lubricar el tejido, haciendo que pueda abrirse y cerrarse con mínimo esfuerzo, y mantenerlo elástico. Si los neumocitos tipo II no se regeneran tampoco lo hace el surfactante, y eso contribuye a que el pulmón se vuelva progresivamente rígido, fibrótico”, explica Jesús Pérez-Gil, de la Universidad Complutense de Madrid, en la nota de prensa facilitada por el CNIO.

Este descubrimiento supone un logro, según el equipo: el de describir en gran detalle los efectos del envejecimiento en el tejido pulmonar. El mensaje principal que quiere transmitir Blasco es que ahora se convierte en una enfermedad que se puede prevenir gracias a los marcadores moleculares y físicos. La próxima etapa es probar todo esto con seres humanos, pero, pase lo que pase y como “nunca se sabe lo que va a ocurrir”, en palabras de la investigadora, es posible que este mecanismo se encuentre en muchas patologías asociadas al paso del tiempo. “El impacto de los telómeros cortos pueden ser la clave para encontrar tratamiento, no solo contra la fibrosis, pero contra el envejecimiento en general”, concluye.

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