La vacuna de la gripe no supera el 50% de eficacia tras décadas de trabajo en ella
Daniel Mediavilla
El País
Hace dos años, cuando el coronavirus aún no se había convertido en el patógeno que concentra la atención del mundo, el virus de la gripe mató, solo en España, a unas 15.000 personas y produjo el ingreso de 52.000. En un tiempo en que se aspira a lograr una vacuna eficaz para evitar la covid-19, la vacuna de la gripe muestra la dificultad de crear profilácticos eficaces. En un año bueno, la vacuna de la gripe protege a entre el 50% y el 60% de quienes la reciben. En 2018, apenas llegó a un 25% de eficacia.
El de la gripe es un virus escurridizo, muy diverso y que muta con rapidez, algo que le mantiene actualizado en la carrera armamentística con el sistema inmunitario humano y frente a las vacunas que se diseñan cada año. Como en el caso del SARS-CoV-2, en el que uno de los objetivos clave de la vacuna es la espícula con la que asalta las células humanas, para detener la entrada de la gripe se diseñan vacunas que protejan frente a la proteína hemaglutinina, la que sirve al virus de la gripe para pegarse a nuestras células. Esta proteína, por desgracia, tiene una gran habilidad para mutar y evadir las vacunas.
Ayer, en un artículo publicado en la revista Nature, un grupo de investigadores liderado por Ali Ellebedy, de la Universidad Washington en San Luis (EE UU), fijaba su atención en los esfuerzos para entender por qué no se logra inmunizar a más gente y cuáles pueden ser las estrategias de mejora. Uno de los factores puede ser precisamente la exposición previa a un virus tan habitual como el de la gripe. En personas que se han infectado antes de otras cepas, la vacuna, que se diseña cada año para proteger de las versiones de gripe que se estiman como las más habituales en ese momento, fomentaría la respuesta del sistema inmunitario frente a esas infecciones pasadas y no contra las nuevas cepas.
En su búsqueda de vacunas más eficaces, los autores analizaron los ganglios linfáticos, unas estructuras que sirven de centro de entrenamiento para los linfocitos B. Allí llevan otras células del sistema inmunitario los virus y estos linfocitos generan anticuerpos para combatir la infección. Una vez que nuestro organismo ha tenido contacto con un patógeno, guarda memoria de él para responder con mayor rapidez en un contacto posterior. Esto suele ser bueno para tener infecciones más leves, pero puede disminuir la eficacia de una vacuna. “Si nuestra vacuna de la gripe se dirige a estas células de memoria, esas células responderán a las partes del virus que no han cambiado con respecto a las cepas anteriores”, ha explicado Ellebedy en un comunicado de su institución. “Nuestro objetivo es centrar la respuesta inmune en las partes del virus que son diferentes cada año”, ha añadido.
Los autores probaron una nueva vacuna con ocho voluntarios que ya habían sido inoculados con el profiláctico contra la gripe en la temporada 2018-2019. En la mayor parte de los casos, la vacuna incitó la respuesta de los linfocitos B ya entrenados por vacunas anteriores, pero solo en tres de los pacientes se produjo un entrenamiento específico de linfocitos B nuevos con una respuesta específica para las nuevas cepas. “Nuestro estudio muestra que la vacuna de la gripe puede provocar una respuesta en ambos tipos de célula en estos centros germinales, pero no sabemos con qué frecuencia sucede”, apunta Ellebedy, que señala a estos nódulos linfáticos como un lugar clave para mejorar el porcentaje de pacientes que acaba protegido por las vacunas de la gripe.
En la larga lucha contra la gripe, otros investigadores han buscado formas de evitar la gran capacidad del virus para cambiar las partes de su estructura que atacan las vacunas. Para evitar la versatilidad de la hemaglutinina, hay grupos de investigadores que buscan atacar a los tallos que unen esa parte clave con el resto del virus. Al ser mucho menos cambiante, una vacuna que la anulase permitiría producir vacunas más duraderas.
Hace dos años, un grupo internacional de científicos publicó en Science los resultados de un trabajo en el que utilizaban anticuerpos de llamas para crear vacunas con el tallo que sujeta la hemaglutinina como diana. Esta vacuna ofreció una inmunidad casi universal en ratones. Si estos resultados pudiesen llevarse a los humanos, una o dos inyecciones proporcionarían una protección general contra la gripe y no sería necesario crear nuevas vacunas para adaptarse a los cambios anuales del virus.