La extraña biografía de Maradiaga
A inicios de junio de 2018, la edición dominical del diario La Prensa publicó un artículo en la portada a colores titulado: “10 cosas que no sabías de Félix Maradiaga”.
Una de las “diez cosas” descubiertas por el diario dice: “A los 12 años su madre lo envió indocumentado a los Estados Unidos. Duró dos semanas para llegar a la frontera entre México y Estados Unidos, y cruzó el río Bravo nadando. Del otro lado lo esperaba un campamento de refugiados”.
La Prensa no explica, ni Maradiaga lo que ha hecho, por qué su mamá lo mandó Indocumentado a los 12 años (1933) a una de las zonas más peligrosas del mundo en donde los coyotes y mafias corruptas confabulaban del lado mexicano para exprimir a los migrantes ilegales.
Si huía no era por miedo al Servicio Militar Obligatorio ya que aún le faltaban cuatros años para alcanzar la edad reglamentaria (16 años).
¿Por dónde cruzó el río, a nado, un niño solo? ¿Qué llevaría consigo, dinero en efectivo, una maletita, una mochila? Y lo más importante ¿por qué arriesgarse de esa manera si el niño no era un pobre ni le faltaba, entonces el dinero para pedir una visa a la Embajada de Estados Unidos y comprar un boleto de avión.
Es un delito grave
En ese año, ingresar ilegalmente a los Estados Unidos ya era considerado un delito castigable, desde el punto de vista penal. El castigo es inminente tanto si consigue ingresar como si es detenido en el intento.
Se considera ingreso ilegal, según las leyes migratorias de EE. UU. “cruzar por cualquier punto que no sea un control migratorio”, dice un especialista de la materia.
No se puede pedir perdón por haber ingresado ilegalmente a Estados Unidos, cuyos castigos han endurecido. La presencia ilegal en ese país por un tiempo superior a 180 días implica un castigo que va de los tres o de los 10 años.
En la revista dominical de La Prensa, y lo ha repetido a otros medios nacionales e internacionales, insistió en su origen “pobre”, ha hablado de que su vida infantil transcurrió en la peor de las miserias, caminaba a la escuela porque su mamá no tenía para el pasaje del bus, en Matagalpa, tampoco tenía zapatos para ir a clases, y que tampoco podían costearle el uniforme escolar, uno de los más baratos, allá en los años 80, cuando él vivió su niñez.
Proviene de una familia respetada y pudiente
A Maradiaga a veces se le olvida que alguna vez describió también de origen pobre, porque en otras ha dicho que proviene de la “clase media”.
Matagalpinos autóctonos recordaron la Casa Maradiaga, una hermosa mansión construida en los años 40 y 50, que proyectó durante varias décadas la imagen de una familia con capacidad económica y prósperos negocios.
En una no muy lejana publicación en las redes sociales, Mariu Genie publicó dos fotos de la Casa Maradiaga, una en blanco y negro de los años 50, y otra a colores de la residencia de dos plantas ubicada ahora junto a una tienda del Gallo más Gallo en el centro comercial de la ciudad de Matagalpa.
“La Casa Maradiaga, casa de mis tíos Cristina Arroyo de Maradiaga, hermana de mi padre y de tío Adán Maradiaga, donde crecí compartiendo amor fraternal de hermanos con todos mis primos hermanos Maradiaga Arroyo. Esta fotografía me provocó infinitos y tiernos recuerdos de toda mi vida. Gracias por compartirla…”, dice Mariu Genie en la descripción de la imagen.
Don Adán Maradiaga Arroyo falleció en 1985, cuando Félix Alejandro tenía nueve años. Luego, su madre y la familia recibieron una importante fortuna como consta en los documentos de archivo que hemos obtenido.
La madre de Félix, doña María del Carmen Blandón Monzón solicitó a un juez matagalpino, luego del deceso de su esposo, la declaratoria de los herederos.
En la edición del 4 de julio de 1985, el diario oficial La Gaceta No. 126, publicó la “Declaratoria de Herederos” cuya inserción costó C$ 75.00 córdobas con el texto siguiente:
Reg. No 2642. María del Carmen Blandón Monzón viuda de Maradiaga solicita son perjuicio porción conyugal se declare herederos de todos los bienes, derechos y acciones que al morir dejó su esposo Adán Maradiaga Arroyo, a sus hijos Carlos Adán, Félix Alejandro Maradiaga Blandón, Ana Carolina, y Martha Irene Maradiaga Sánchez. Interesados opóngase término legal. Dado Juzgado Civil de Distrito. Matagalpa, veinte de junio de mil novecientos ochenta y cinco. Digna María Laguna de Estrada, secretaria del Juzgado Civil de Matagalpa”.
Esta declaratoria de herederos contradice otra afirmación dicha por Maradiaga a medios informativos: Haber sido confiscado por ser antisandinista.
Testimonio revelador
El 17 de julio de 2009, dos años y medio después del retorno de Daniel Ortega al poder, Félix Alejandro Maradiaga, muestra su admiración por la revolución sandinista al referirse a un capítulo del libro “Ser madre en Nicaragua”, de Roser Solá y Ma Paus Trainer (Editorial Nueva Nicaragua 1988), publicado en las redes sociales:
El texto dice: “A propósito de 30 años de la Revolución en Nicaragua (In Spanish) Calificado en Estados Unidos el 17 de julio de 2009, A veces se puede juzgar un libro por una sección, un capítulo y hasta una frase, que nos confirme que vale la pena leerlo. Este es el caso de este libro.
“A mí me conmovió profundamente el testimonio de la señora Norma Pineda, esposa del conocido político anti-somocista Carlos Arroyo Buitrago y madre de Carlos Arroyo Pineda, dirigente estudiantil de FER (Frente Estudiantil Revolucionario) y guerrillero del FSLN asesinado poco antes de la insurrección. Doña Norma narra con una intensidad que te transporta al momento, el dolor de una madre que pierde a su hijo en la causa revolucionaria, pero principalmente nos transmite la profunda conciencia social de Carlos Arroyo Pineda, que, a pesar de su extraordinaria capacidad intelectual y promesa como abogado brillante, hijo de una familia de clase alta de Matagalpa, opta por ofrendar su vida en la búsqueda de un sueño de igualdad”.
“Carlos fue el inseparable compañero, amigo, hermano de mi padre Adán Maradiaga, que murió siempre joven (a los 32) pero no tan joven como Carlos. Su muerte le transformó profundamente en un convencido de la necesidad del cambio social por la vía armada”. (Tomado de La Trinchera)