Rusia y Ucrania pactan abrir un corredor humanitario con un posible alto el fuego durante las evacuaciones
Javier G. Cuestamaria R. Sahuquillo
El Pais
En el octavo día de ofensiva rusa contra Ucrania, delegaciones de Kiev y Moscú han vuelto este jueves a sentarse en una mesa de diálogo para abordar el conflicto. El encuentro no logró un alto el fuego y la guerra continuará, a la espera de un tercer encuentro que se celebrará casi con toda probabilidad a principios de la próxima semana. “Hemos acordado la creación de corredores humanitarios para la salida de civiles”, ha anunciado Mijaílo Podoliak, asesor del presidente Volodímir Zelenski, aunque no es segura una tregua durante la salida de la población. “Es posible que haya un alto el fuego en el momento de la evacuación allá donde se desarrolle”, agregó el consejero, según recoge la agencia Interfax. La parte rusa abundó en la misma idea y dejó en el aire la posibilidad de un cese de hostilidades durante las evacuaciones. “La cuestión clave que resolvimos hoy ha sido la protección de la población civil”, dijo el jefe de la delegación rusa, Vladímir Medinski. El diplomático consideró solo “posible” un alto el fuego durante la salida de los civiles.
Las conversaciones tuvieron lugar en la región bielorrusa de Gómel, donde el régimen de Alexándr Lukashenko ejerció de mediador. “Hemos acordado continuar las negociaciones lo antes posible”, afirmó Podoliak, que admitió no estar contento con la reunión. “Por desgracia, no logramos los resultados que esperábamos”, reconoció el asesor.
Pese a las conversaciones y pese a que el Gobierno de Zelenski exige a Moscú que paralice su ofensiva, el Ejército ruso ataca el corazón de ciudades como Kiev y Járkov y bombardea zonas civiles. El Kremlin, que ha agudizado su ataque ante la resistencia ucrania, no ha detenido los bombardeos. Al contrario, ha aumentado la ofensiva contra infraestructuras civiles.
El Ministerio de Defensa ruso ofreció el miércoles por primera vez una cifra oficial de bajas en sus filas: 498 muertos y 1.597 heridos. Pese a ello, los observadores internacionales tienen pocas esperanzas de que este segundo encuentro diplomático alcance alguna solución.
La reunión de este miércoles constituye el segundo intento de establecer un canal diplomático entre Ucrania y Rusia. El primero, celebrado el lunes 28 de febrero, no solo no logró un acuerdo, sino que en plena reunión el presidente ruso, Vladímir Putin, bombardeó el centro de Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania, atacando bloques residenciales.
En esta segunda reunión la seguridad de la delegación ucrania ha corrido a cargo de los servicios especiales del líder autoritario bielorruso Aleksandr Lukashenko, según Kiev, pese a que parte de las tropas de Putin están entrando a Ucrania desde ese país. Hace un mes que Rusia empezó a concentrar efectivos en Bielorrusia para, supuestamente, hacer maniobras militares conjuntas con Minsk.
En los ocho días transcurridos desde el primer ataque las tropas de Putin no están teniendo un avance tan rápido como el que esperaba el Kremlin. El Ministerio de Defensa ha hecho pública una cifra oficial de bajas para desmentir “las incalculables pérdidas” que les atribuye “la desinformación promovida por Occidente”. La cifra de 498 muertos rusos caídos en combate es tres veces menor que la que ofrece Ucrania de bajas de soldados rusos, y es casi cinco veces más que la de sus pérdidas totales en Siria. Allí Rusia envió paramilitares, y se sospecha que también están infiltrados en territorio ucranio y que esperan el momento para intervenir, según los servicios secretos ucranios y de Estados Unidos.
A la espera de que el diálogo progrese, el coste humano y económico de la guerra es inmenso. Se calcula que hay cientos de víctimas civiles y un millón de refugiados, cifras que apuntan a que esta será la mayor crisis migratoria desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Parece difícil que las sanciones que ya ahogan a la economía rusa empujen a Moscú a acordar un alto el fuego. Putin, que aseguró que su objetivo es “desnazificar” Ucrania, quiere la rendición de Kiev y la renuncia del Gobierno. El presidente Zelenski dice que está abierto a hablar sobre el estatus de Ucrania como un país neutral (lo que cercenaría sus posibilidades, ya lejanas, de unirse a la OTAN), pero que no claudicará.
Kiev denuncia además crímenes de guerra por parte de las fuerzas rusas. “Muchas de nuestras ciudades y pueblos ahora sufren el terror ruso”, dijo Oleksii Reznikov, ministro de Defensa ucranio y jefe de la delegación negociadora de Kiev. Zelenski afirma que ha recibido “algunas señales” de Rusia, cada vez más aislada por la comunidad internacional, pero que el resultado de las conversaciones hoy es incierto.
“Hasta ahora no hemos tenido el resultado que nos gustaría. Rusia ha expresado sus puntos de vista, y nosotros los nuestros para poner fin a la guerra. Recibimos algunas señales”, comentó esta semana el líder ucranio. Zelenski volvió a denunciar los ataques rusos y el encarnizamiento de Putin contra zonas civiles, así como el asedio a ciudades y pueblos. “Rusia quiere presionar con ese método poco astuto, pero que no pierda el tiempo. Esa táctica no funciona con nosotros”, concluyó el líder ucranio.